1 de mayo de 2017, Invercargill.
Invercargill no fue para mà más que una ciudad enorme y vacÃa. En seguida quise irme. Lo positivo: me bañé, comà y dormà en una cama. HabÃa algo asà como un micro por dÃa. Sin ánimos de esperar un dÃa más, decidà irme a dedo.
Mi intención era volver a Queenstown. TenÃa que hacer 200 kilómetros aproximadamente. Si bien tenÃa miedo, tomé una única precaución: detallarle a Gonzalo, mi ex novio argentino, mis planes. Claramente eso no hace el viaje más seguro pero si pasara algo, alguien estarÃa informado sobre mi ruta.
Quiero hacer un paréntesis en esta historia. Gonzalo y yo estuvimos en contacto durante los cinco meses que duró mi viaje. Me brindó, a la distancia, mucho soporte. Me alentó a seguir, a conocer, a intentar incluso cuando me extrañaba. Mostró por mà recorrido interés y eso me maravilló.
Siguiendo con el viaje a dedo, por sugerencia de un mochilero del hostel, me acerqué a la ruta con cartel que decÃa Queenstown. No fue para nada útil: estuve parada como media hora sin resultado. Cuando decidà dejar el cartel de lado la magia sucedió. ¡Alguien paró! El hombre iba en mi dirección asà que pudo acercarme algunos kilómetros. Hacer dedo es todo un arte y existen algunos trucos que lo hacen más fácil. En esa ocasión aprendà el primero: cuando se hacen distancias largas lo más probable es que nadie vaya hasta tu destino, a menos que tengas mucha suerte. Pero sà es más factible que vayan por la misma ruta. Asà que hay que estar preparado para subir y bajar de varios autos en el trayecto.
Sin dudas, fue una experiencia increÃble. Me saqué muchos prejuicios de encima. Otra vez apareció en mà esa idea de confiar. Aunque cueste creerlo, existe gente dispuesta ayudarte sin siquiera conocerte. Todas las personas con las que compartà un rato de viaje fueron amables y atentas. Incluso uno de ellos me llevó a recorrer la zona. Era un inglés que habÃa vivido toda su vida en Nueva Zelanda. Me costó horrores entenderlo incluso cuando, según él, mi inglés era bueno. El muchacho me ofreció llevarme a Te Anau y acepté. Ahà pasé dos noches y después partà otra vez a Queenstown a dedo.